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Una sombra furtiva atraviesa la escena dejada a oscuras. Pasa como un céfiro. El rayo ocre de la luz se entreabre sobre dos manos puestas sobre el teclado. Luego el círculo se extiende y aparece Prisca DAVILA, sentada, concentrada delante de su piano tal una joven alumna que se prepara para su primera audición. Pero, desde el primer acuerdo sentimos inmediatamente pasar la onda de la maestría del sonido. Todo se abrasa, el aire se inventa sonoridades de un jazz mestizado por músicas andinas, las orejas se embriagan por ritmos latinos.
Confiarle un piano a Prisca DAVILA, es hacer saltar el polvorín de un placer musical inesperado. Las notas despegan, mágicos como una nube fina de millares de estrellas y de lentejuelas doradas. La sala Albert Camus del Centro Albert Camus de Séméac vibra a las composiciones magistralmente dominadas por la alianza latina del jazz académico clásico y de estas músicas que Prisca fusiona con uno virtuosidad pasmosa. Cabeceando sobre el merengue oriental, haciendo escarceos sobre el vals andino, agitando por el calypso, el quirpa y el joropo, el placer del público décuplo en el curso de las composiciones de un programa talentoso, siendo tan rico como siendo variado. Prisca DAVILA mezcla delicadamente su voz a las composiciones, con una dicción y phrasé sorprendente, en una dulzura y una precisión rítmicas mágicas. Tiene el genio de los matices aliado a una técnica musical y vocal sin falla y a la que juega con una facilidad aparente. Pero además de este don, sentimos bien las innumerables horas de trabajo que conducen al estado de gracia.
En esta búsqueda estética la simbiosis es perfeccionada con sus cuatro músicos, Ivan a la batería, Hilda a las percusiones y las sonoridades latinas, Manuel al bajo y su papá Eduardo al saxo y en el fluttetansversal. El quartet está en comunión perfecta con Prisca DAVILA y le permite poner de relieve todo el abanico de este talento cristalino, vocal y musical. Derribado bajo el encanto, el público espontáneamente, hace falta él precisar, se levantó y ritma llamando en las manos. Es del encaje musical, de la poesía pura, de la ternura vocal; escapada del teclado un aguacero de pétalos de rosas baña la atmósfera. Y además de el talento, Prisca DAVILA gratifica el auditorio de su gentileza y de su buen humor. Bigorre acaba de conocer a una artista internacional y demasiado grande, para la que las paredes del CAC nos parecen esta tarde muy estrechas, comparado con el repertorio de este piano canto venezolano y de este talento que sólo crece..
El CAC, aliado a la AsociaciònBigorre Argentina Uruguay ABAU y CulturAmérica no se habían equivocado en la elección del concierto de esta artista maravillosa, que habían decidido hacer descubrir al público Bigourdan en este mes de marzo 2010.