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Las pianistas Prisca y Marieva Dávila unieron fuerzas y talentos en el disco Un piano, dos hermanas, que fusiona la música venezolana, los ritmos flamencos y el jazz. Aquí cuentan los detalles de esta producción y los bemoles de la interpretación simultánea
Isbel Delgado [email protected]
Fotografía Mauricio Villahermosa [email protected]
Maquillaje y estilismo: Romer Ravelo (0412) 813-3814 28 de septiembre 2014 – 12:01 am
Un cocker spaniel recibe a la visita con un zapato en el hocico. Es un “regalo” que aparentemente les hace a quienes son de su agrado. Combo se deja querer y sabe convertirse en el centro de atención; tanto, que hasta se coló en una foto. Sus dueñas aceptan con tranquilidad el reinado de la mascota, que tiene que pelearse su tiempo con un competidor más grande: el piano de media cola localizado en el centro del apartamento de los Dávila, un espacio con una vista al Ávila que bien puede servir para inspirar la creación de repertorios o para serenar a los alumnos de Prisca y Marieva, quienes sueñan con alcanzar el virtuosismo de sus profesoras.
Ambas se han forjado una carrera exitosa en la ejecución del piano de forma individual y ahora no solo comparten lo que saben con las nuevas generaciones, sino que además unieron sus habilidades en un disco en común.
Un piano, dos hermanas es el nombre de esta producción que las reúne y que las hizo plantarse frente a su instrumento a cuatro manos. La música se ha encargado de unir aún más a dos talentos que ya despuntaban por sí solos y que ahora demuestran que juntas son una fuerza musical inigualable.
Más que un juguete
Prisca y Marieva Dávila crecieron, literalmente, junto al piano. La llegada del instrumento marcó la infancia de ambas y definiría lo que luego serían sus vocaciones. Juego y enseñanza fueron, a partes iguales, responsables de su formación musical. Prisca lo cuenta: “El piano se compró cuando estábamos recién mudados y nosotras crecimos con el instrumento como centro de la casa. Es muy difícil encontrarte un piano en una casa, nosotras lo tuvimos y jugábamos con él. Mi papá toca la flauta y el saxofón y nos ponía a identificar las notas musicales o los sonidos agudos y nosotras decíamos que eran ángeles, y los graves eran demonios, cosas feas”.
Lo que al principio fue lúdico, luego se tornó académico. Ambas estudiaron música y posteriormente se graduaron como ejecutantes de piano. Prisca estudió Historia en la universidad y Marieva, Comunicación Social, y, además, comenzó a bailar flamenco, lo que inspiró a su hermana musicalmente: “Cuando Marieva empezó a bailar, la incorporé a los conciertos. Eso se mantuvo varios años y luego ella hizo su repertorio para piano. Para la presentación de su disco se nos ocurrió hacer el concierto Un Piano, Dos Hermanas. Sin embargo, el formato evolucionó hasta ser un piano y cuatro manos”.
Sincronía musical
Con varios discos producidos de forma individual y con la experiencia del concierto llegó el momento de realizar algo juntas. Un piano, dos hermanas cuenta con un repertorio para las ejecuciones a cuatro manos y temas (como solistas) en los que se fusiona la música clásica, el jazz y el flamenco con ritmos venezolanos. Ahí las acompañan su padre Eduardo Dávila en el saxofón y la flauta, y Goyo Reyna como invitado especial.
No obstante, una cosa es hacer los arreglos y otra es la ejecución, tal y como lo comprobaron luego: “Hicimos los arreglos a cuatro manos y a la medida de las dos porque el repertorio pianístico que existía no nos satisfacía. La primera vez que hice un arreglo para ambas fue de un polo margariteño. Nos sentamos, chocamos, nos daban ataques de risa. Ya después fuimos aprendiendo no solo la interpretación, sino el registro de cada una”, explica Prisca, mientras que Marieva agrega: “En Margarita tocamos una sonata de Beethoven y había un arreglo que era en piano. Yo lo terminaba y mi hermana ya estaba encima de mí porque no podíamos parar. Teníamos que estar sincronizadas”.
Para mantener el alto nivel de ejecución que poseen, la práctica es esencial. Marieva explica que, además del piano de cola, tienen uno vertical, así que los usan por turnos, todos los días de la semana durante cuatro horas diarias. Cuando tienen concierto, el tiempo de práctica es mayor. También continúan formándose en improvisación y composición con el maestro Gerry Weil. El músico dedicó unas palabras para destacar la trayectoria de las Dávila: “Lo que están haciendo ellas es muy importante porque tiene un toque personal. Tienen la influencia del jazz y han hecho un producto muy digno, de mucha calidad. El movimiento de la música venezolana tiene un resurgir valioso y hay una necesidad absoluta de ello. Brasil ha tenido un movimiento musical importante y en Venezuela hay una corriente, talentos nuevos. Es un buen momento para la música en el país”.
Las hermanas Dávila contribuyen a enriquecer el repertorio musical venezolano con una propuesta fresca. Marieva lo explica: “Hay muchas personas trabajando y aportando musicalmente desde su género y eso hace que el público venezolano se familiarice con la música del país más allá del cuatro y las maracas. Es un redescubrimiento desde una óptica distinta. Quien escucha jazz o flamenco se familiariza más rápido con nuestra música y creo que ese es nuestro aporte”.
Travesía latinoamericana
Además del disco Un piano, dos hermanas, Prisca y Marieva Dávila se embarcan en una nueva aventura. Travesía Latinoamericana es el nombre del concierto que ofrecerán este 5 de octubre como parte del ciclo de conciertos Sonidos de El Hatillo. Ahí harán un recorrido por temas significativos del repertorio latinoamericano acompañadas por Abelardo Bolaño en la batería, Hilda Hernández en la percusión, Heriberto Rojas en el bajo, y el padre de las artistas, Eduardo Dávila en el saxo y la flauta. La flor de la canela, El día que me quieras, Amanecí otra vez y Chega de Saudade son algunos de los clásicos de la región que interpretarán. El concierto se llevará a cabo en Teatrex El Hatillo a las 12:30 del mediodía. Las entradas tienen un valor de 480 bolívares.
Más información en www.teatrex.com.ve